Afuera el sol era un hueso hundido en la arena
demorado en el aliento gris
de una marea.
Tu nombre
(difícil de pronunciar sin dioses)
era un barco anclado
en la respiración.
Tu nombre como una sepultura
(allí donde todo es movimiento)
huye tras los pasos de algún pájaro errante
y el toro del amanecer
cava sus cuernos en mi lengua.
Pedro Nazar -Argentina-
Publicado en el blog elescribidor
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