Somos. Eso somos, tu y yo,
algo más que un dos o un tres.
Algo que solivianta los ecos.
Eso somos.
La marea, el cristal, el ocaso.
Pero somos.
Infinitos en nuestros nombres,
efímeros en cada molécula,
apareando la memoria, eso diría yo
que somos.
El frío metal de la consistencia diurna.
La fiebre en el cuerpo o en el pecado.
La valentía de la vida o el desamparo,
el destierro por horas o días.
Y si embargo, Somos.
Dime, ¿Qué somos?
Dime en el azul de las pestañas.
En el desierto de esta marea
que se desborda entre altares.
La quietud o la pobreza,
y siempre somos.
Hoy me resisto a golpear el cerrojo
porque simplemente somos.
Entre las sábanas.
Entre los labios que se cierran en el rictus.
En los momentos de quietud, siempre,
pausadamente.
SOMOS.
ISABEL REZMO -Úbeda-
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