por Rabindranath Tagore
A mí me gustaba tu lenguaje calmado, cuyas imágenes abrían la vida de una vez. El amor de los hombres se encontraba junto al descanso laborioso de los árboles, y todas las edades de la tierra eran cantadas por tu voz de maestro.
Tú contemplabas la prisa de occidente, donde la muerte es un misterio que nos impide reposar. Donde el alma se vende junto a las pieles de los tigres que tu reverenciabas.
La misma vida franca corría entre los dos y nos hacía escribir nuestros asombros. Yo te escuchaba junto a la multitud hambrienta de placer, con la sequía del asfalto sobre el cuerpo. Tú lo escuchaste todo mucho antes y te apartabas para volver a ser.
Solo que el odio que sobre mi dictaba era ignorado por ti.
Y la serenidad que a ti te renacía siempre será para mí la ceremonia inalcanzable.
IRELA CASAÑAS HIJUELOS -Cuba-
Seleccionado por Claudio Lahaba
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