Tiendo a cambiar tus alas si pudiera,
porque me enojo por tu sangre fría;
hasta serás capaz con luz del día
hasta venderte al mundo, cuál ramera.
Mala cabeza, tu ira tan severa
destruye tu destino y mi alegría
al saberte morir en agonía
¡Te pierdes el respeto, por cualquiera!
Te doy la luz que alumbra el universo
y decides entrar en la penumbra,
donde se muere el sol, la luna, el verso...
Rompes la juventud: se te acostumbra
el cuerpo y mente a un mundo perverso,
que maquilla al amor que te deslumbra.
María Sirena Matri Mar -ESPAÑA-
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