domingo, 26 de octubre de 2014

MIS RAZONES


Estoy enterado del poder que tiene

para enamorar hasta cuando camina.

De su sonrisa cautelosa

llena de tristezas pasadas,

mismas que conozco tanto

como conozco sus lunares.

No me vengas con el cuento

de que sabes lo de sus misterios.
No me digas que la has visto llorar

y no has hecho algo para remediarlo,

porque estás perdiendo entonces compañero.

¿Qué sabes tú de verla desnuda?

Si desnuda siempre estaba conmigo,

cuando leía preocupada la sección del obituario,

sólo para asegurarse

de que no me había muerto de otra cosa por la mañana,

que no fuese de amor por ella.

Cuando bebía un poco de té de menta

y comía las chucherías de la tienda de la vuelta.

Cuando regaba sus flores,

cuando saludaba con tanta energía,

que parecía alimentar a todas las farolas de la cuadra.

Cuando me daba la mano en plena plaza principal,

cuando en pleno gesto de caballerosidad le abría la puerta

y aprovechaba para recorrerla con mis malas intenciones.

Y eso que siempre tuvo la ropa puesta.

Y está bien si pierdes la cabeza por ese par de piernas,

pero recuerda que una cadera,

un vientre y un par de pechos más arriba,

te espera un lugar tan cálido

que haría derretir los polos,

en el instante en que supieras como besarla.

Y tal vez no le importe que nunca termines de conocerla,

pero que no se te pase el tratar de hacerlo,

porque eso es tal vez; lo que más te atrape de ella.

Porque puedes intentar amarla,
pero no con mis razones.
Porque puedes intentar quererla,

pero no la quieras como yo la quise.

Federico Garza Liturca
Seleccionado por Leandro Murciego

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