Ven, diamantina
de mis ruegos,
celeste brisa
de mis tardes de juegos,
yo beberé el guarapo
de tu caña madura,
tú me darás la aurora
de tu sonrisa pura.
Chuparemos los dos
de la miel de la caña,
recorreremos juntos
el prado y la montaña,
beberemos la noche
en la vertiente del río
de aquel prado lejano
nuestro libre albedrío.
Yo bajaré esta noche
para estar a tu lado,
llevaré mi guitarra
para entonar un fado,
juntos cantaremos
melodías pasadas
recordando los dos
la niñez añorada...
Vaya que si te quiero
diamantinita mía
que tu aroma conservo
en mi piel todavía,
en esta última noche
habrá guarapo, habrá miel,
vino y romance entre
tu piel y mi piel...
Ricardo Flores Joya -El Salvador-
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