Me sofoca la turba que vocea;
el gentío no piensa, adormecido
en la banalidad de lo aprendido
sin razonar o madurar la idea.
El pensador es solitario. Crea
a martillo y cincel, no en el ladrido
de la jauría, ni en el estallido
de los gritos del vulgo en asamblea.
El pensador no es mudo, mas callado,
absorto y reflexivo, abanderado
de la razon, por la que ve y se guía.
Y la caterva fatua y tarambana,
que en su propio vacío se empantana,
sobrevive en trivial algarabía.
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -In memoriam-
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