jueves, 4 de abril de 2013
EXPIRACIÓN
De pronto sonriente
tu voz se escuchaba distante,
acaso simplemente
diría como un susurro,
o como un quejido,
o prefiero no saberlo.
Juntos en un cuarto anónimo
dejamos transcurrir otra tarde de sábado
y a veces en ese fragor
de la plenitud del instante
tu mente agrietada desvaría.
Tienes en la mirada esa inteligencia
de saber sobrevivir a todo
y la ofuscación de las ilusiones perdidas,
un refugio placentero
y un turbador horizonte de marina soledad.
Tu locura pasajera desvela de nuevo intacta
tu arrogancia,
calmas tu ímpetu y aparece la frialdad
del árbol desnudo en otoño,
la angostura de una calle estrecha y empinada,
inabordable sin ánimo,
y practicas la lenta mirada de los viejos,
esa actitud que destapa tu desconfianza.
Vives conmigo la libertad
del animal resignado a su esclavitud,
el desahogo como algo necesario y deseable,
pronto el amor como un dolor que empieza
a ser molesto.
Vives conmigo una decisión precipitada,
un impulso subversivo.
Es duro reconocer una decisión equivocada,
sin futuro, sin esperanza.
Porque nadie cambia jamás en lo más profundo
vuelves a ser esa mujer
que está muy lejos de mí.
Como dos extraños nos adentramos en el anochecer,
en la hora de la despedida,
entonces volvemos a enfrentarnos
y un sonriente hasta el sábado,
un beso apasionado,
dan un respiro
a lo probablemente irremediable.
JUAN RISUEÑO LORENTE
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