domingo, 10 de febrero de 2013

MUERTE


Al paso de la muerte el suelo cruje
como aplastando adornos de futuro,
llegue en alas de trueno o bisbiseo,
en levedad de pasos o en tumulto.
No importa demasiado si es la propia,
importa si el sepulcro
grita el nombre que amamos,
porque su adiós se nos antoja injusto.
Todo camino tiene su llegada,
sin embargo, lo absurdo
es alargarlo a quien está cansado,
e interrumpirlo a quien le sobra impulso.
Yo he vivido mi vida,
quizá no en plenitud, pero sí a gusto.
Aún tengo planes, pero no esenciales,
y sigo, y vengo, y voy a mis asuntos.
Cuando a mi umbral la Parca se detenga,
por haberse apagado mi crepúsculo,
no haré protesta alguna por mi suerte,
ni embrazaré el escudo.
Sobran en tal momento las defensas;
que corte ya mi nudo.
Pero al pisar la sombra, al otro lado,
le gritaré un insulto
por cuantos no han vivido suficiente,
aun pagando en desgracias su tributo;
por su ilógica, ciega incompetencia,
careciendo de método más justo;
por matar a voleo, y a destiempo,
deteniendo el galope a medio curso.

Su descarnado rostro,
bajo el negro capuz, glacial, adusto,
romperá en carcajadas,
mas yo seguiré en paz mi nuevo rumbo.

FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Ángeles-

No hay comentarios:

Publicar un comentario