En la punta de tu lengua toco el sabor de todas las palabras de los idiomas que no comprendo.
Estamos alumbrando en la ausencia, en ese paréntesis que comienza en mi gato y su duda y que encierra también todos los pájaros del párpado.
Como un libro que ni se cierra ni se abre porque las páginas impares permanecen en su canto.
Déjame parir la lejanía, ese animal salvaje que rescata el Instante y lo regresa a la memoria.
Una grieta de pliegues suaves que contiene la historia del vacío y la permanencia del amor.
Inconclusa, indecisa, llena de urgencia, en el límite de la barbarie, abro la puerta y desaparezco a tu encuentro.
CARLOS SKLIAR, HAIZEA ARRIZABALAGA
Publicado en la revista Sea breve, por favor
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