El aire movía las ramas,
las movía y las movía
y las hojas, ¡ay las hojas!,
tristemente entristecidas
y heridas de soledad
se caían, se caían
víctimas del desamparo
y huérfanas de alegría.
Movía las ramas el aire
y las hojas se caían.
Y se caían las hojas;
se caían y se caían
como adioses quejumbrosos
y añorantes de caricias.
JUAN CERVERA SANCHIS -México-
martes, 10 de abril de 2012
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