Afianzo los ojos
ocioso de razón,
con olfato ciego,
cuando suena un piano de pliegues cansados.
Arrastro la historia de mis desdichas,
mi vida de ciego de la razón,
en presencia de la paz que me navega,
buscando el haraquiri
de las circunstancias.
GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-
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