Y volví a abrir las puertas de mi corazón,
esas que alguna vez pensé que había cerrado
para siempre al escuchar aquel adiós.
Cada noche añorada el perfume de tu piel
en mi cama, ese perfume que calaba hasta lo más profundo de mis sentidos.
Quizás aunque te habías alejado de mi lado,
te habías quedado enredado entre mi mirada,
esa que al no estar tú, se había apagado
la intensidad de su luz.
Te extrañaba tanto... Aunque sé que el extrañarnos era asunto de los dos...
Mi inspiración se perdía cada vez que te pensaba,
pues en ella no encontraba la rima de los versos,
aunque si encontraba el olor a ti y con sabor a esperanza.
Esa esperanza que a veces sentía perdida, desde el día aquel que vi otra persona usurpando el lugar que a mí me correspondía.
Hasta que un día te llamé para pedirte ayuda en algo que ocupaba y fue entonces que escuche tu voz melancólica y quebrantada diciendo que aún me amabas.
Mi corazón saltó de alegría, cerré mis ojos llenos de lágrimas... Lágrimas de amor que mi alma guardaba, ¿cómo decirle al amor de mi vida que no a una oportunidad?
¡Si nuestros corazones están atados hasta la eternidad!
Y fue con tu regreso que volvió mi sonrisa a mis labios y fue en ese abrazo que nuestras almas se juntaron para no volver a separarse jamás y así disfrutar cada día de nuestro placer al amanecer y anochecer; porque el más hermoso amanecer es contemplarlo en tu mirada porque nace despertando el sol en tu sonrisa.
Les Rg -Costa Rica-
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