“No hay ningún viento favorable
para el que no sabe a qué puerto
se dirige”
Schopenhauer
¡Oh tú, la tierra promisoria y bella!
de tu vendimia dame los racimos
y déjame escanciar ansiosa el cáliz
de tu vino embriagante y solferino
En febriciente y fraternal unión
quiero hoy brindar con todos mis hermanos:
los que en ferviente valentía también,
abandonaron con pesar sus lares.
¡Cual golondrina que en invierno emigra
dejando atrás amores y vivencias,
trayendo una maleta de esperanzas,
nostálgicos partimos a este rumbo!
¡En este Levittown de mis amores
llamado con razón “El corazón
de la vida en Long Island”, do respiro
tú y yo, nidos hicimos en sus pinos!
En esta Arcadia de brazos abiertos,
ya superado el desarraigo patrio,
aprendimos a ver en sus senderos
un reguero de luces y de flores …
Y aprendí a contemplar regocijada
la luna y las estrellas en el bello
domo celeste de esta amada tierra.
Feliz, y agradecida pensé entonces,
que el mismo cielo que aquí me arrullaba,
y el horizonte en el confín lejano,
y en el ámbito el aire itinerante,
¡abrigaban también a MI COLOMBIA!
Leonora Acuña de Marmolejo -Estados Unidos-
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