Sentado en esa arena de mar mojada
que tantas veces nos empapó hasta la frente,
me extasío mirando esa raya del horizonte
donde sé que se halla tu morada.
Mar que distancia y separa,
agua que refresca y enfría los sentimientos,
cuando el alma solo sabe de lamentos
y la vista no alcanza a ver tu cara.
Abro con fuerza mis párpados
esperando ver en esa lejanía tu sonrisa
y soñando que llega hasta mis ojos cansados
con el empuje envolvente de la brisa.
Y es que te añoro en esta noche
que precedió a un claro día
que ya puso su fin y su broche,
dejándome inundado de melancolía.
Me ensimismo en mi soledad
y pienso en solicitarte por caridad
el simple roce de tus manos en mis mejillas
o sentir el rumor lejano de tu voz en mis orillas.
Afloran gotas de agua y sal llenando de bruma
a mis ojos ya cansados de esperar
verte en cada cresta vestida de espuma,
como sirena que rauda surcará el mar.
Y así te seguiré anhelando en cada ciclo lunar,
contando las olas de una en una,
esperando que de ellas en alguna
te pueda volver a encontrar…
Isidoro Giménez
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