Desgranar la poesía y a los poetas,
como a flores sus pétalos y desnudar,
desgranar espigas de trigo seco,
desgranar la vida en días sucumbiendo en ellos,
desgranar aleros de tejados, dejando la casa sin techo, solo sus huesos.
Arrancar ventanas y puertas que corra el viento,
que este se lleve las miserias que viven dentro,
se fueron aposentando conforme iban llegando
y se sucedían los hechos.
Ocasos de días y noches se cobijaron en esta que su casa hicieron,
construyeron paredes invisibles, puertas y ventanas de espejo,
anidaron con sus miserias y jodieron a los dueños.
Las lámparas de aceite, los carburos y el hornillo desaparecieron,
andan en ausencia por el granero, arrinconados en triste inutilidad
desde que se perdieron, aperos de labranza dormitan en una esquina,´
esperando tal vez, muerte en las llamas del fuego; habrá petróleo o
gasolina ¡que prenda bien el fuego! que suba la llama y llegue hasta el cielo.
Que con esa llama se vaya el sufrimiento que causaron esos aperos…
Días interminables de sol y siega, poco pan y agua caliente para el refrigerio,
por cobija nada y por colchón un saco de paja lleno,
la miseria se agolpa sin dar tregua, otra que llegó y se aposento en la casa,
bien adentro, al trascacho del frío, donde su abrigo fuera eterno.
Por cena pan y cebolla, si el estómago me lo admite no reviento, y si lo hago
acompañare con suerte a esos aperos, pues pobre soy y será lo más cerca que
este de madera para caja de muerto. Los féretros son para los ricos, esos que
tienen dinero; guardan su mejor traje como mortaja, como si de seguro fueran
al cielo. Acaso, ¿ no saben que tendrán que pasar por la criba y rendir cuentas de
vivos ahora que yacen muertos?
No se de océanos, mares nunca he visto, tan solo albercas, sus paredes llenas
de ova verde dan al agua color espeso. No he visto agua transparente que no
sea la del pozo, esa que se bebe, que al sacar cubo tras cubo te corva la espalda
y te duelen los entresijos de los huesos.
El burro da vueltas a la noria, en un círculo triste y aburrido, saca y saca agua que
a la acequia llega para el riego. Huerto de pobres, patatas y cebollas para ese guiso
que de carne solo conoce la raspa de algún pez muerto.
Hoy domingo me lavo en el barreño pues bañera no conozco, la miel no se hizo
para estos mis huesos. Saldré de paseo, el pantalón se me cae, con una guita lo
sujeto, camisa por fuera que no vean las mozas el cinturón que tengo, mis albarcas,
pues zapatos no tengo, mi sombrero de paja es el ajuar que poseo.
Cortejare a las mozas, con esta mi labia y hablares de sueños; no sé leer, y escribir menos,
me guío por los dibujos e invento el texto.
Vivo en un pueblo pequeño, perdido entre valles, al abrigo del viento. Camino por sus senderos
pues carro no tengo; en ese caminar a veces me entretengo, hay tanto a la vista que se me pasa
sin sentir el tiempo. Me abrazo a un árbol y lo siento, latidos en el presiento. Huelo una flor y
sueño ponerla en el pelo de esa mi moza si el destino tiene a bien que la conozca.
Retozar con ella en el granero, entre aperos y trastos, por cama el pajar y por calor
nuestro celo.
Me paro en las piedras, las cojo y las lanzo allá lejos, inerte ellas bajan rodando por la cuesta del sendero. Mariposas de colores, mariquitas hermosas con sus lunares negros, amapolas que se cimbrean con el viento… alguna lagartija y saltando y brincando algún conejo.
Y este es mi pasar, mi vida y mi pueblo, casa miserable y trabajo de negros, sueldo mísero ,
miserable traje y sin jamelgo.
Me apostillo en el quicio de la puerta y pasa mi amigo Pedro, me cuenta la historia de un
barco que se hundió en el mar lleno de pasajeros; a los ricos los salvaron y a los pobres los
dejaron morir y en el mar sucumbir sus pobres huesos “ el Titanic”.
Yo no he visto barco alguno, no me imagino como es eso, pero pienso que la miseria siempre
acompaña a los pobres sea en tierra o en mar adentro.
Farolillos de colores estoy haciendo, para colgarlos en mi ventana por si pasa alguna moza y
se enamora de ellos.
No entiendo de barcos ni mares, nunca he visto un féretro. Mi vista abarca lo que hasta el
horizonte veo, no se mas nada, sé que tengo en el camino un seguir de vida mísero; con suerte
acompañado de esa moza de mis sueños, a la que le haré hijos, vendrán al mundo para seguir
en esta herencia que les dejo : Pasar sin pena ni gloria y trabajo de burro, grietas en las manos,
piel llena de surcos, alegrías pocas, los baños del domingo, el placer que dan las mozas y con
suerte un trozo de tocino.
Y este es mi desgranar tan tosco y rudo, para poeta no sirvo, no entiendo de sueños ni en mi
cabeza cabe que haya mas mundo. Duermo y despierto, de uno en uno , cantaría alguna copla si en mi hubiera música, pero nací seco de garganta, de palabras mudo, las palmas de mis manos suenan a hueco, las cicatrices de la hoz se llevaron en lamentos los sonidos. Yo solo sé de chascarrillos, aquellos que contaban los viejos mientras segábamos cuando yo era niño.
Yo quisiera decir cosas bonitas pero los pobres somos burros, soy parco en palabras y sentimientos, solo conozco uno, amar y amar solo es uno.´
Y este es mi soliloquio, hablar en voz alta conmigo mismo , me acompaño en mi soledad, en esta casa de penumbra y de paso me alumbro para esperar que mi sueño se haga realidad, que llegue esa moza que me llene estos huecos tan amargos y duros, retozar juntos y de la mano caminar este camino que nos ha tocado tan duro.
LOLA WIZNER
sábado, 1 de junio de 2013
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario