A mi esposa Ana.
Y nunca te pensé mujer perfecta,
después de una mañana de mercado,
de dar un recorrido por las tiendas
volvemos a los usos de costumbre,
mi libro, mi sillón y tu cocina.
Olores confundidos de pucheros,
de ollas, de sartenes, fritos, guisos;
si pones el trabajo, yo la boca;
si no te sale bien como protesto.
Me tienes rey señor acostumbrado
a todo lo que pido y todo es poco.
Atenta a mi salud aunque tu sufras
millones de inclemencias y dolores.
Y nunca te pensé mujer perfecta;
maestra de cariño desbordante,
señora de mi vida y sentimientos,
amor de mis amores masculinos.
Tampoco yo me siento hombre perfecto;
que poco doy a cambio de tus mimos,
sin fuerzas que defiendan tu persona
de tantas agresiones como existen.
Te pida lo que pida me concedes
el cielo, el sol, el mundo por completo,
y yo como si nada; ni enterarme
que limpias mi sudor y mis flaquezas.
Así como si nada aconteciese
se pasan los momentos y los años
cuidando mi persona en demasía...
y nunca te pensé mujer perfecta.
Francisco de Miguel López
Publicado en el blog poetasandalucesdeahora
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Hace 10 horas
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