sábado, 29 de enero de 2011

POEMAS

COME MIERDA

Come mierda, hijo mío, come mierda.
Oye y ve noticiarios en la televisión.
Ve el partido de fútbol del momento.
Navega en Internet y chatea a lo idiota,
Lee el último best seller.
Conviértete en un fan ciego y sumiso.
Cree en el líder de turno y participa,
como un feliz borrego,
en las vanas protestas callejeras;
consume coca cola
y grita a lo cretino:
“¡El pueblo unido jamás será vencido!”
Atiborra tu mente de inmunda propaganda
y destruye tu cuerpo a golpes de basura.

Come mierda, hijo mío, come mierda
y oye a esa caterva de sofistas
que hablan de política, deportes y espectáculos
y se jactan de ser especialistas,
con extremo cinismo,
mientras babean mentiras al granel
en los míseros medios, sin remedio,
de incomunicación
y total y absoluta confusión.
Oye a esos mercenarios en parvada
y al servicio de la voracidad
sin freno de sus amos.
No pienses, no, no pienses. No analices.
Acepta y calla y no trates de ver
ni de oír, menos de cuestionar,
a los depredadores: Curitas pederastas.
Diputadas putísimas. Alcaldes ladronzuelos.
Banqueros ladroncísimos.
Ministros, presidentes...y etcéteras y etcéteras.
Oh, mundo, mundo, mundo,
nuestro mundo, tan nuestro,
tan balón de fútbol, tan raqueta y volante,
tan bota y policía,
tan dado a presumir el uniforme,
tan poco confiable, tan chivato y culero.

Come mierda, hijo mío, come mierda,
que si de mierda hablamos
testificando estamos la abundancia
y aquí, sin objeción alguna, no caeremos
en el pozo sin fondo
de la turbia y podrida verborrea.

Oh siglo XXI, que mal, que mal comienzas.
Eres en realidad igual, y aún peor,
de cabrón, que lo fuera
el brutal y sangriento siglo XX.
No nos hagamos, no, ilusiones contigo.
Polvos de aquellos lodos son tus polvos.
Ráscate un huevo hijo
y de una vez por todas
deja ya de creer en las Hadas Madrinas
y en las brujas y sus raudas escobas.

Come mierda, hijo mío, come mierda,
pues por más que imagines
que comes pastelillos, como María Antonieta,
lo tuyo ya es la mierda desbordada
por este miserable, aunque engreído,
siglo niño de teta,
que, al iniciar apenas sus indecisos pasos,
ya da pena de anciano desdentado
y hambriento archimamón.

Come mierda, hijo mío, come mierda.
Cree en los publicistas.
Baila al son que te toquen.
Doblégate ante Hollywood
y sus pobres estrellas de frágil celuloide.
Ríndele culto al culo del negro que quería
y quería, a toda costa, ¡pobrecito!, ser blanco;
y a la vieja Mamona, ¡mamonsísima!,
de las flácidas ubres, bésale los pezones.

Ten tus dioses de mierda,
tus deidades de trapo, impulsadas
por el dólar, la mota y otras yerbas;
ahógate en la mierda hasta el hartazgo
y aligera tu lenta digestión
con una cucharada de espeso carbonato.

Mierda, mierda y más mierda.
Come y come hijo mío, come mierda
y es probable que llegues al senado
y aún a lo más alto de lo bajo:
el poder, el poder, el poder,
¡el poder sin medida!,
que todo lo aniquila y envenena.

EL HECHO DE NACER

La vida como es la vida,
la vida tal como es
hay que darla por perdida
queramos o sin querer.
La vida, mi amor, la vida.
Tu vida, mi amor, tu vida,
esto que llamamos vida
sin saber, vida, por qué.
¿Qué por qué la vida es vida,
vida mía? No lo sé,
que no sé lo que es la vida.
Sólo sé que moriré;
que he de morir sin remedio
por el hecho de nacer.
La vida como es la vida,
la vida tal como es.

LLORABAN

Los universos lloraban,
lloraban los universos,
que los universos lloran,
que es la creación un lamento,
un lamento,
un lamento...
Lloraban, ¡ay!, lloraban,
lloraban los universos.

JUAN CERVERA SANCHIS

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