Los ruidos de trompeta
son como una habitación grande
en dónde duermen
las voces de los borrachos
esconden sus añoranzas
y ruedan los abrazos.
Su tañer es como una banqueta que cojea
cual prisionera del chirrido de corneta.
Los borrachos son trompetas
de ojos abiertos,
ni duermen
ni dejan dormir.
GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-
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