En el desguace
la hierba es rala y crece
furtiva entre los hierros oxidados.
Raídas estructuras de metal
se amontonan al sol que las calcina;
tuercas, ruedas, asientos, faros,
bidones con aceite y manchas
de grasa pueblan el desahucio,
salpican este viejo cementerio.
Se pudren bajo el sol las amapolas
y en el hastío vuelan sucios pájaros.
Mi viejo coche se amontona allí,
en la chatarra y el abandono,
sin sombra y sin pinar,
bajo el sol calcinado,
su descarnada herrumbre al cielo.
Todos los míos, los que ya se fueron,
yacen también amontonados.
Del libro Otra vez la luz, palomas de
Jesús Cánovas Martínez
Publicado en Acantilados de papel
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