El mapa de mi piel
no se resigna,
al insufrible ámbito
castigo de la arena.
Aguador, zahorí,
tus labios.
Espejismo, tormenta,
tu lengua.
Rocío desazón,
apiádate del estéril territorio,
clemencia para tantos pedregales.
Fui celebración de agua,
roldana que cantó
su afán en los brocales,
verdosa sombra,
estuario asido a tu cadera.
Tu boca
alivio estanque.
Tu saliva
amparo aljibe.
Pronúnciame,
derrama afluentes,
dispensa lluvias,
pulsa esta geografía
desprovista de cisternas.
Wilma Borchers Carrasco -Chile-
Publicado en La Biblioteca
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