Hay tantas cosas que nunca te dije,
tantas que no te digo,
y las que jamás te diré,
sobran espinas en mi garganta,
faltan ruiseñores en mi ventana.
Se perdió la palabra enredada
entre las zarzas
cuando te la iba a decir.
Ya no germina en amapolas
mi sangre,
ya no la oyes gemir
en bullicioso devenir.
Solo quedan eriales
donde el sol araba pan de trigo,
y la voz de una chicharra,
quejándose,
será el único sonido al atardecer.
Lo que nunca te dije
está en el murmullo de las olas,
por si alguna vez eres sirena
y me puedas entender.
Las que ahora no te digo
está bajando por el río,
por si como yo eres torrente,
y en el rugido de la catarata
te van a estremecer.
Las que nunca he de decirte
ya se fue con el viento,
en un eterno desacorde
antes de nacer.
Es el silencio un recodo
en los caminos del alma,
donde la palabra reposa
en el mas estrecho paréntesis
de su clandestino divagar.
José M. Huete García
No hay comentarios:
Publicar un comentario