Apareciste en mi vida
sin siquiera tocar la puerta,
sembraste amor en mi alma
que estaba árida, desierta.
Con un manto de ilusión la cubriste
nació en ella la felicidad,
las penumbras de la tristeza
se transformaron en claridad.
Como el sol de febrero alumbraste
a la fría vida diste calor,
en tierra fértil me has convertido
en mi corazón germinó el amor.
Mágica veo ahora la luna
radiante el sol en el día,
ya no tengo la pena de ayer
en mi ser todo es alegría.
Hiciste florecer mi jardín
sin ser aún primavera,
la noche que era un tedio
como nunca es placentera.
Por inercia ríen los labios
ya no tengo el alma herida,
todo en mí es felicidad
desde que apareciste en mi vida.
Moisés Castro Parra -Chile-
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