y rodeadas
de imperfectos perfectos
las palabras sabias;
yacen,
empolvadas, abandonadas
en creciente tristeza.
Sufren las palabras honestas
de sentir flexible, digno
que abrazan con pureza
el alma en su peregrinar.
Odio las palabras hoscas,
blasfemas, tediosas.
Aberrantes e indignan
me resultan
las frases adulteradas
con la burda infamia,
es ofensivo, irrespetuoso
y denigrante.
Me gustan
esas palabras tiernas y suaves
que se forman
en el lado izquierdo,
entre el pecho y espalda,
paralizantes de agonías.
Palabras y mas palabras,
muchas veces
sin encontrar las necesarias
para desmontar las frases
que desmoldan
las tiránicas formas.
Envejezco triste y quejumbroso
por no tener
palabras nuevas
que pueda regalar.
Solo puedo obsequiar
estas palabras coloquiales,
mis huesos viejos
y mi proverbial
e infantil ternura.
ROLANDO BLANCO PASCUAL
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