La ijada de la madre es una tumba que cría
y crece
Y calienta
La temperatura de su muerto.
(¡ah de los ángeles salvados
En la intervención quirúrgica!)
Luego viene la mano abierta
El látex
Una hoja resplandece.
(Después las autopistas…)
La lengua es como un laberinto
Donde uno aprende a permanecer
En el interior de sus galerías dispuestas
De tal modo que todos cabemos;
Pero nadie puede huir.
Más tarde la tortícolis
La cirrosis
El complejo de tántalo
Y, sobre todo duele la hipocondría:
El temblor en el alma.
Y pasamos nuestras mejores horas
Entre sonidos marchitos
De máquinas y válvulas y voces
Hasta caer
En la ijada costado de la panza tierra. El punto /final de esta muerte que dura lo largo de una vida.
Juan Bilis
Publicado en el blog farodesnudo
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Hace 1 día
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