En invierno las noches son largas.
Sé que no tengo excusa, pero la soledad se retiró cuando ella entró a mi vida, Diana no me ama... lo sé, pero se quedará conmigo y me hará compañía hasta el fin de mis días, hasta el fin de mis noches.
Son largos los días sin ella.
Los quehaceres cotidianos me alejan de la casa y Diana duerme en su refugio de oscuridad.
Cuando llego a casa me recuesto a su lado y ella me abraza, y unas horas después sale usando su mejor vestido y yo trato de no pensar hasta que esté de vuelta.
Diana nunca tarda, no le gusta afuera.
Cuando viene, yo suspiro largamente y ella me imita burlona, tira el dinero sobre la cómoda:
“Para que no tengas necesidad de alejarte tanto tiempo.” Me sonríe y vuelve a su eterno descanso lamiéndose la sangre alrededor de los labios.
Gustavo Valitutti -Argentina
Publicado en la revista Ficciones Argentinas
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