Y ahora cómo te hago ver las tardes del futuro,
cómo te enseño los escombros de la vida
sin hacer que te canses, tan pronto,
de ver el mundo.
Cómo te evito, niña, los futuros arañazos del alma.
Cómo procuro que el amor, mañana,
no te huela a sepultura,
que el miedo no pinte de negro tus cuatros paredes,
cómo ignorar que el viento sopla.
Cómo apago tu silencio,
cómo corto las manos
que levanten su cobardía ante ti,
cómo te enseño a vivir en el intento.
Me invoco al paso del tiempo
para hacerte ver amigos a la deriva,
cristales opacos,
poemas
y flores marchitas.
Porque sé que no será suficiente
con éstas débiles palabras.
Cómo decirte que los amores enfermos
pueden, y deben, apagarse,
cómo te arranco de las garras
de la verdad equivocada,
cómo te enseño a descifrar la risa macabra.
Sólo, quizás, sea suficiente con que sepas
que en mi ausencia futura
será tu libre albedrío quien interrogue tu camino,
serán tus ojos los que tengan que mirar,
serán tus manos las caricias necesarias.
Y serás tú misma la libertad que elijas.
Y será mi deseo, por siempre,
verte reír mientras pasas la vida.
Del libro Olvidadizo de que lo hacía, quise quererte de
ENRIQUE ROJAS GUZMÁN -Chiclana-
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