Desde entonces no olvido
lo curvo de tu pecho,
lo liso de tu vientre,
lo blanco (y no de nieve)
de tus rojas caderas,
misterio comparable a tu cintura,
lo extenso de tus piernas
y, sobre todo,
(y bajo todo)
tu pie,
que idealiza cuanto representas.
Desde entonces no olvido
que el debut del desnudo es descalzarse.
Manuel Guerrero Cabrera Coordinador de la Revista Saigon -Lucena (Córdoba)-
Publicado en la Revista Aldaba 13
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