Sé libre! Y lo obligan a limpiar los adoquines de la calle mientras sus liberadores sonríen satisfechos. ¡Intégrate! Y le hacen un conveniente lavado de cerebro para que abandone sus prácticas “cavernícolas” y se identifique con la sociedad que, benévolamente, lo ha acogido. ¡Democratízate! Y le cachean vehementemente para evitar que pueda hacerse daño con el velo, turbante o cualquier otro adminículo que pueda llevar encima. Puede que hasta le regalen un curioso colgante para el cuello...
Seguramente cualquier día de estos se publicará algún libro que contemple la correcta conducta a seguir en un estado democrático; cómo vestir, qué pensar, dónde ir, cómo hablar y qué es lo políticamente correcto. Quizá termine con un “dios mediante”, o “dios guarde a usted muchos años”, o alguna simpleza similar. Tal vez haya que comprarlo obligatoriamente, y llevarlo en la mochila mental, al igual que los soldados alemanes llevaban en su mochila de combate un ejemplar del Mein Kampf de Adolf Hitler.
Ellos, los sabios, pronuncian grandilocuentes discursos de lo que es el ejercicio de un derecho, despotrican de culturas, religiones, formas de pensar que no son las suyas... y se quedan tan satisfechos, respaldados y aplaudidos por una sociedad en la que la ignorancia es el pan nuestro de cada día. Así nos va, cornudos y apaleados.
Francisco J. Segovia -Granada-
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