Los tacones que en proporción al ruido belicoso
y provocador que generan,
pudieran parecer de diez centímetros
y son solo tachuelas.
Tacones como chinchetas planas pinchadas
en dos suelas que parecen
dos filetes de vaca recalentados.
Menos mal que las uñas del color de acuses de recibo de la oficina de Correos,
mejoran el conjunto,
ayudadas por las tiras de color dorado oscuro
como la corona de los días de fiesta de Cleopatra.
Sandalias poderío de verano,
que también pueden servir
para un buen rato de patinaje artístico
o para aplastar cucarachas en estéreo.
Chancletas en las que las suelas
van por un lado mientras el taconeo
que da valor sonoro al suelo,
por otro.
Sonido que impone la presencia de su dueña,
que camina con ellos,
con esos tacones
como ceniceros de Cinzano puestos del revés,
como apartando el aire a su paso,
con la fuerza con la que las aguas del Mar Rojo
se abrían ante Moisés y los hebreos
en su huida por Egipto.
Tacones en carne viva,
Tacones extremidades.
Tacones.
GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-
No hay comentarios:
Publicar un comentario