Alta como los olmos; como el río
fluyendo junto a mí cuando yacente;
primavera de vida adolescente
aun en tu madurez; blandura y brío.
Viento de otoño, arranco el atavío
de tus trémulas hojas; tu corriente
se esfuerza en desbordar cada vertiente,
aguacero-mujer, miel y rocío.
A tu sombra, en tus aguas, por los años
que no te tocan al pasar, peldaños
por donde asciendo a ti en ofrecimiento.
Fuerza vital de la naturaleza,
que haces mi corazón y mi cabeza
rodar a ti en eterno movimiento.
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Ángeles-
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