Sueño de vapor y engranajes
Estoy solo, desnudo, perdido en la inmensidad de un vacío, y oigo el ruido de los fuelles y del vapor junto a mí. Después viajo, caigo por un enorme agujero… ¿Estoy soñando? Sí, esto no es real, es un sueño… No, esto sí es real. Recuerdo esto. Los dirigibles irguiéndose en el cielo como enormes gigantes, y sacar mi reloj del bolsillo para comprobar la hora. Fue mi primer día de universidad, llevaba un traje muy elegante y un sombrero de copa que, ahora que lo pienso, no me quedaba muy bien. Caigo entre enormes engranajes y un tremendo tic-tac resuena por todo lo que es. Unas válvulas se abren y se cierran, liberando grandes chorros de vapor, y una aguja marca el volumen expelido.
Otra escena de mi vida. Estoy en mi noche de bodas, y mi esposa se desnuda ante mí. Nos tumbamos y nos movemos, como si fuéramos enormes fuelles, al son de los chorros de vapor. Mi pistón destroza su flor, en un movimiento continuo y binario. Vuelvo a flotar en el vacío, y caigo sobre la superficie de un reloj. La aguja avanza muy rápido; mi tiempo se acaba, ¿por qué?
Ahora estoy apoyado en el autómata que hacía de criado, el cobre de su superficie brillando ante la luz de la hoguera. Mi mujer acaba de morir de cáncer; todo lo que tenía se ha ido. Ahora me enfrascaré en mi investigación sobre qué fuerzas producen la vida… la electricidad, en un intento por arreglar todo… Oh, ya lo entiendo.
Yazco moribundo en el suelo de mi mansión. La electricidad… había alguien a quien no le convenía que mis descubrimientos fueran puestos en práctica, no si quería ganar dinero con el vapor. Me han envenenado. Caigo por un vacío infinito y los engranajes me aplastan, el cobre se tiñe de sangre. Vacío. Nada.
Ibai Otxoa(España)
Publicado en la revista digital Minatura 116
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Hace 23 horas
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