Algo rasga tu interior al tiempo que unas enormes garras se marcan en tu vientre pujando por salir. Te deshace las entrañas. Los aullidos se perciben aun desde el exterior. Entonces comienzas a sangrar profusamente y entras en pánico. Las sombras van invadiendo la estancia donde te encuentras hasta quedar prácticamente a oscuras, solo iluminada por un tenue rayo de luna que intriga la escalofriante penumbra.
Tu desconcierto, tu angustia y tu tormento aumentan. Intentas caminar… en vano. Estás horrorizada, tus pupilas se van dilatando hasta que algo termina rompiéndose entre tus piernas y asoma una masa informe. Entre terribles dolores, ves atónitas que desde tu interior desciende un ente execrable. Tu respiración se entrecorta; él mientras, con su pata ya toca el suelo y te mira al tiempo que se va comiendo el cordón umbilical…
Seminconsciente y con los sentidos obnubilados, crees ver al engendro alejarse entre las sombras.
Deisy Toussaint(República Dominicana)
Publicado en la revista digital Minatura 117
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