El pequeño Tito sufría indecibles tormentos por las noches. Mientras sus padres dormían, dos enormes orugas entraban por la ventana. Una se erguía sobre sus padres y los rociaba con una sustancia que aseguraba un sueño profundo. La otra iba hasta la cuna del pequeño Tito y lo laceraba con el ácido que desprendían sus vellos hirvientes. El pequeño Tito era entonces alzado de la cuna por la oruga, que lo envolvía en un capullo junto a ella misma, mientras sus vellos seguían lacerándolo. En una horrenda metamorfosis que duraba hasta la madrugada, la oruga se convertía en una gigantesca mariposa que curaba las heridas del pequeño Tito con el polvo de sus alas y lo depositaba, sano y salvo, sobre su cuna, para luego salir por la ventana con su compañera. Por más que llorara durante estos extraños acontecimientos, sus padres no podían oírlo, pues estaban sumidos en un plácido sueño en el que veían a su hijo jugar con mariposas a la luz de la luna.
Jorge Gómez Jiménez(Venezuela)
Publicado en la revista digital Minatura 117
DE FACEBOOK - 6192 - LECTURAS DE 2024
Hace 1 día
No hay comentarios:
Publicar un comentario