La orfandad de tus ojos me priva y me contagia.
Los músculos de la tele arrecian.
Yo practico nudos en la yugular de los insensatos.
Y me acuerdo para ir tirando,
de la huelga de tus ojos cuando se convertían en toda sospecha.
Sospecha tal, que si mi dedo meñique tapara el túnel caliente del fin del mundo,
presumo que no seremos ni aire.
Y lo mejor,
regresar dócil como un gato de hierro a enhebrar el instante rígido de los deseos perpendiculares siempre.
GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ-Mérida-
DE FACEBOOK - 6192 - LECTURAS DE 2024
Hace 1 día
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