Qué memoria tan larga tiene el lecho
que nos vio; que hoy me ve desatendido.
Apenas cada noche adormecido,
parece aldabear sobre mi pecho.
Me recita fragmentos que, sospecho,
memorizó en los tiempos del quejido,
la promesa, el suspiro, o el rugido
con todos los sentidos al acecho.
Sus archivos, visuales y sonoros,
acumulan inéditos tesoros
de un ciclo intenso que jamás cerré.
A su recitación entro en el sueño,
y de ti entre las sábanas me adueño,
en robustecimiento de mi fe.
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO-Los Angeles-
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Hace 1 día
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