sábado, 8 de abril de 2017

SALVE, SALVIA


Los vientos de la conquista trajeron su semilla, desde el ayer Mediterráneo hasta el Caribe.

Tanto mar, tanta luz, tanta noche para que esta mata de salvia se plantara y creciera.

En una acera de un sector transitado de Cartagena de Indias, hay una. Mi compañera la descubrió alborozada una tarde y yo me he habituado a saludarla cuando paso por ahí.

He imaginado sus raíces en ese mundo de perpetua noche, mientras la rodea tanto bullicio. Pienso en cómo selecciona las sales y los nutrientes que luego ascienden hasta sus hojas. Sus hojas donde reposa el alivio de su aceite.

Ayer la saludé y de paso escogí seis de esas hojas para una infusión. Espero que este ingrediente de la farmacopea del viejo continente, le hable a mis entrañas, ablande mi corazón y, de paso sane el dolor de mis hombros.

Jaime Arturo Martínez S.

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