Mis ojos te ven hermosa
con brillantes tan divina,
que mi mente te imagina
como una piedra preciosa.
Con esa imagen de diosa
con tu rítmico bamboleo
al caminar, que yo creo
que eres piedra preciosa.
Tu sonrisa tan melosa
que mi voluntad dominas,
si a mí tú te aproximas
y tu piel la mía toca,
la esplendidez me provoca
como una piedra preciosa.
Piedra preciosa que arde
tanto hasta deslumbrar,
si poderte saborear
tu boca de terciopelo,
me haces subir al cielo
y de tu amor haga alarde.
Con amor y devoción
tengo un cofre guardado,
en un lugar muy sagrado
para esa piedra preciosa,
pues allí se aloja y reposa
dentro de mi corazón.
Roberto Batista Pargas.
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