Acaso contemplamos la luz azulada
de la luna, no me juzgues así, pensamiento mío,
tú que eres mi compañero, hipócrita confidente,
siento mi boca ir hacia ti, compañera de mis hastíos,
no quiero ser, el soñador inútil,
ni la semilla engendrada de tus pupilas en las mías,
renacer de los abismos aquí en la tierra de sofismas,
no hay promesas sólo un eterno destino,
comprende mi turbación y mi espanto,
maldito sea para siempre el soñador inútil,
va pasando la tenue luna sobre mi cabeza,
mi pobre corazón son ascuas de amor,
quiero aniquilarme justificar todos los crímenes,
en el éter de la inmensidad gotean las palabras
al fin mi existencia es una ola de restos olvidados...
tú eres mi alma, mi corazón y mi todo,
existencia mía, resguarda tu primera rosa.
de los vientos inclementes y perversos...
Gerar Diaz
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