No siempre
los días nacen solos.
A veces
hay que meter las manos en la aurora
y ayudarlos a salir
como a potrillos.
Sostenerlos erguidos
sobre sus patas trémulas
limpiarles la oscuridad
que les dejó la noche
y empezar a alimentarlos
como a hijos.
Luchar contra la sombra
a puro instinto maternal
para que vivan.
Del libro Caballo de aire de
Adriana Maggio (Dirbi) -Argentina-
Publicado en suplemento de Realidades y ficciones 71
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