Érase que se era una niña de ojos como soles y sonrisa de amaneceres. Huérfana, comenzó a recorrer con un acróbata los pequeños y hospitalarios pueblos de la India.
Niña y acróbata se especializaban en un número de circo en que la niña trepaba por un largo palo que el hombre sostenía sobre sus hombros. Una prueba no exenta de riesgos.
Por eso, uno de los días en que perfeccionaban su número, el acróbata indicó a la niña:
–Para evitar que nos suceda un accidente, lo mejor será que, mientras hacemos nuestro núme-ro, yo me ocupe de lo que tú estás haciendo y tú de lo que estoy haciendo yo. De ese modo, pequeña, no correremos peligro.
La niña, clavando sus ojos grandes y luminosos en los del acróbata, replicó:
–Babu, siempre estará bien que cuidemos el uno del otro. Pero, primero, lo más acertado será que yo me ocupe de mí y tú te ocupes de ti, y así, estando cada uno muy atento a lo que uno mismo hace, evitaremos, por uno y por el otro, cualquier accidente.
Cuento de la tradición oral hindú
Publicado en Gaviotas de azogue
No hay comentarios:
Publicar un comentario