He ahijado a un retoño
de la distancia.
Por las noches acudo a su cama
y lo tapo con mimo
con un edredón de silencios,
de oscuros cielos
y resina de huesos.
He intentado enseñarlo a leer
descifrando cadáveres
y el aúlla al sentir
mis caricias que saben
a extremaunción,
mientras la pared
le arrulla con voz
de elegías:
“YA TENGO PREPARADO EL VIENTO,
morena… ¿dónde estás?”
FRANCISCO TOMÁS BARRIENTO -Campofrío-
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