La pinta que tiene con esa barba de cuatro días,
las canas,
la cojera,
la nariz rota,
los ojos del color del cemento,
cicatrices en el cuello
mirada de viejo sumiso,
dedos a juego con el color de sus labios morados.
Quién lo diría,
la pinta que tiene
la pinta que tiene y se ha acostado
con tantas mujeres
que en filas ordenadas,
todas ellas,
mujeres locamente enamoradas,
aún adoran su estampa.
GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-
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