Corría el tiempo como siempre,
la misma música, el mismo lugar.
La música de ayer penetraba los poros
de mi piel. Inimaginables
sombras de la noche que arribaban
y se acomodaban de alguna manera
en la distancia que alcanzaban
mis ojos. Observaba que nadie
bailaba, solo la pausada noche
pasaba.
De almanaque en almanaque
y a destellos llegaban los recuerdos
y mi copa llena siempre se vaciaba
primero y como bambalinas viejas
algunas flores zapotecas decoraban
la entrada de la puerta. Ya no estaba
el reloj que marcaba el tiempo.
Nadie estaba, solo yo y una pagina
blanca y algunos versos inquietos
que en mis labios temblaban.
Cuando se asomaba el viento y entre rejas
sentía su cuerpo, pensaba que volvía a transgredir
los lares de antaño sin quebrar el silencio y
pasaba con una angosta mirada que no
sustituía la transparencia del dia.
Llegabas siempre sin opacar al sol y sin desvelar
a la luna.
Tiempo, ha pasado sin la camisa del invierno y
sin escribir una sola nota en los cuadernos del
olvido.
Tiempo, te ha ido, te veo detrás
de las montañas con tu barba ya crecida y tu
piel de arrugas recientes. Dime, donde esta ella,
ya han muerto muchos rosales y los pies
de los mares se han sembrados mas hondos.
El sazón de las sílabas de su nombre ya no
cuenta mas de su historia. Un tiempo olvidado,
se ciñe en la corteza de la brisa. Una jarra llena
al lado de la mía y después el recuerdo de la
carne de unos labios que ya no me
besan, los cuales eran muy tiernos y sabios.
Tiempo, tiempo, por qué este silencio.
JAY JAY
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