2551
Sentado en el balcón. Las nubes flotan
en mar azul sin playas ni mareas.
De sus contornos lentamente brotan
quiméricos perfiles. Mis ideas
cabalgan a su encuentro, y las revisten
de mágicas historias, generando
prodigiosas escenas, que consisten
sólo de sueños que me voy soñando.
2552
La tierra alza su pecho cuando oprime
tu leve pie la senda que anduvimos,
y una explosión de rosas y racimos
se agolpa al borde para verte. Dime:
Si volviéramos juntos, retrazando
la misma trayectoria en el presente,
¿qué colisión de mundos nuestro ambiente
soportaría, al vernos caminando?
2553
Las cosas no son ciegas, nos observan,
ni sordas, nos escuchan. Son vigías
de cuanto ocurre en derredor; preservan,
en arcanas memorias, compañías
que hemos tenido, y a la vez conservan
palabras, besos, gozos y agonías.
Suerte tenemos, al cambiar de amores,
de no escuchar sus ásperos clamores.
2554
Vienes cargada de interrogaciones,
abrumador bagaje que no intento
aliviar, ni admitir en mi parcela.
Te quiero en levedad, sin condiciones.
La fusión, el perfecto acoplamiento
dedicación requiere, no cautela.
2555
Jóvenes fuimos, y ávidos trazamos
diagramas y prólogos de besos,
ensayando en voz lúbrica reclamos,
calados de sudor hasta los huesos.
Y al consumarse, ineptos, principiantes,
olvidamos el mágico modelo,
y de repente fuimos caminantes
por sendas de oro, sin tocar el suelo.
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO-Los Ángeles-
miércoles, 16 de noviembre de 2011
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