UNA MUJER NEGRA DESNUDA
Una mujer negra desnuda
se exhibe impúdica
y lúbrica
por la ciudad
que se la da de moderna,
de liberal y de progresista
y se cree libre de
ataduras y prejuicios,
de tabúes y de cortapisas
y, sin embargo,
las manos se van a la cabeza
y los ojos se cierran
para no ver la obscenidad,
la provocación,
el escándalo intolerable
y bochornoso.
Un policía intentó cubrir
con una manta sus vergüenzas
y un cura se presignaba
compulsivamente
invocando a sus dioses,
mientras miraba babeante
y lascivo,
con los ojos fuera de sus órbitas
los gloriosos pechos de la
escultural hembra,
los pezones como filos de cuchillo
y su culo excesivo y rotundo.
Todos huían despavoridos,
agredidos por su pudor,
ofendidos en su estrecha moral
donde no cabe una teta al aire.
Sólo un poeta
se detuvo en medio de un verso
-eclipsado por la maravilla-
y se quitó el sombrero.
Nunca pudo ya reanudar el poema.
Del libro Tristeza en el Gran espejo dorado de JUAN EMILIO RÍOS VERA
viernes, 16 de septiembre de 2011
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