Orgullo propio, raza de guerreros, sangre de mis ancestros caminando voy en el silencio, mientras palpando la indiferencia no entiendo la muerte de la inocencia.
La oscuridad no tiene final, porque la sombra del alma se ha marchado con la esperanza, sin entender lo titubeante de la luz del sol, sin querer regresar por temor a la maldita indiferencia.
Lloro sin saber por qué sucede, abro mis ojos brotando un caudal de agua salada recorriendo mis mejillas, reposando en mis labios, grito solo en silencio sin que nadie me escuche, sintiendo que estoy muriendo por dentro mientras por fuera soy un fantasma esperando que todo cambie.
Sonrío, burlándome de la sed que siente la esperanza que se fue, cuál negro destinó de la ilusión que se alardea con el sollozante gemido de la miseria.
Desnudo me quedo mirando las estrellas en el balcón de aquella casa vieja, dónde pago un dinero por habitar en ella, sonrío de nuevo sin seguir entendiendo por qué la inocencia seguía muriendo.
De nuevo lloro al despertar en mi chinchorro, un sueño caminó en mi mente, dónde aquella niña me dijo por que muero, teniendo todo pero a la vez teniendo nada, esa es la realidad de mi tierra amada, mi Guajira que por siempre utilizada y por una eternidad abandonada. ¡Despierta! raza de guerreros, orgullo propio, sangre de mis ancestros.
SAUL ESTEBAN
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