martes, 17 de abril de 2018

PARA GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ (RIP)


He muerto y ni cuenta me he dado,
Percibo el olor de aguas diáfanas que mitigan mi sed
Perdido entre la bruma añeja del medio día
Arropo mi desnudez con trapos que ni conozco, pero me hacen sentir bien
Me alimento de todo aquel ser que me permite consumir sus restos
No sé si existo para llegar a ser alguien o si por alguien debería de estar existiendo
No sé si vivo de la vida al margen o si en las márgenes de la vida debo morir
Mis amigos son aquellos que me permiten escucharlos
No obstante, yo los quiero por permitirme escribir de ellos
Sé que no me han de olvidar, más, sin embargo, desearía poder sucumbir
Eso me permitiría en las letras poder cada vez a la vez una vez más en mi esencia literaria revivir
He muerto, más, sin embargo, no dejaré de vivir en las letras
La muerte es un letargo que debemos corregir al cabo del tiempo
Es tan solo un proceso para empezar a vivir en otro cuerpo
Se lleva en la espalda y al cargo de tener que convenir como debo de ir sufriendo

II

Vivir es solo un lapso de un eterno devenir
Que se lleva solo “Cien Años” en un lastre porvenir
Que me unen entre otros con Úrsula Igüaran, Remedios la Bella, José Arcadio Buendía y Melquiades “El Faquir”.
No muero porque yo quiero, sino porque debo morir
Me dicen que debo y pierdo, pero de eso no hay que decir
Le escribiré a Dios, a San Pedro, al que me quiera oír
No pierdo la dignidad si al diablo debo escribir
Soy creyente de verdad, pero no debo mentir
No guardo la falsedad de poderme redimir
De robarle la inspiración a aquel que no ha de existir
Me permitan escucharles y poderles escribir
Que soy un soñador y soy un loco que ha dejado de existir
Dejo a mis hijos y a mi esposa, no quisiera verlos sufrir
Les dejo mi esencia y mi prosa, mi escritura y mis ensayos
Aquellos que fueron buenos y aquellos que fueron malos, pero nos permitieron subsistir
Los que me sepultaron y los que me permitieron concebir
Ese ballenato de 350 hojas que me permitió existir, y regresar sobre mis pasos a la tierra que me vio nacer ARACATACA para al fin poder morir.

Abraham Méndez -México-

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