No te reconozco, ya no sé el
significado, tampoco me percibo
padre.
Recuerdos rondan mi memoria;
un niño pequeño, hermoso bebé,
pañales sucios y emotivos llantos,
a gatas, luego de rodillas y al fin de
pie.
Ni noches ni días, noches y días,
la preocupación constante por verte
crecer; la tierra y los cielos se
movieron en tu dirección, creímos ser
felices, teníamos nombre: familia.
Maduraste y las noches fueron días,
vinieron otros dolores de inquietud,
ya eras joven y bramabas tu
autonomía; se resignó nuestra
autoridad.
Declaraste soberanía; autosuficiencia,
un día abriste la puerta y echaste a
andar, surcaste cielos y mares, tierras
recónditas, otra familia, la tuya
propia, remontó.
Todo bien, y asimismo, pesar;
avanzar con ímpetu y no mirar atrás;
la carga quedó en la estacada, está
pesada y molesta en tu pugna.
¿Quién eres hijo, que quedó en cada
uno?; reviso mi entendimiento,
excavo en las filosofías antiguas,
y aun no comprendo el vocablo; hijo.
Lamento...
Josef Carel
Publicado en la revista Literarte 86
No hay comentarios:
Publicar un comentario