La luz creciente en los cielos concebía serena armonía venida el silencio. Pronto quebrado por la inquietud del alba que reinante despierta a las sombras, apartándola en bello y extraño rito con la creación inacabada. Murmullo de brisa nocturna acariciando la existencia, cual si fuera sonar de un dulce canto. Esparce el roció aromas del excitante suelo. Un don natural consuela al que de ella vive, buscando las fuerzas indefinidas que concibe de la tierra y el alba, el nacimiento de otro día. Allá mueven las nubes siguiendo su creación, dejando estelas en los vacíos vivientes del infinito, que al hombre desciende como encanto preanunciado y sereno donde todo siempre será. Donde todo alguna vez fue, pero que siempre en otras vidas volverá.
José Revello
(Fragmentos de: “Similitudes del tiempo”)
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